Wednesday, June 07, 2006

VIDA CON S


Con la mirada perdida y el alma cansada, prosigue su camino por el estrecho sendero de su mente abrupta. Paso a paso se aleja más y más de la mano acogedora, del fuego que albergaba antaño en su corazón. Se endurece a cada gesto, el afecto ha dejado de tener sentido para sus labios ajados por el frío que rodea su cuerpo espectral. Sus movimientos dejan entrever una herida aún sangrante en su costado, dónde hasta ayer mismo un tatuaje decía VIDA. Ha renunciado a todo, pero no por ello quiere despedirse para siempre. Quiere permanecer entre los que, en los días más lejanos de su vida, la amaron, la protegieron y la alabaron. Sus ojos le envían al más temible de los pesares. Sus manos se hunden en la tierra seca de la llamada libertad. Sus piernas se desvanecen bajo su vaporoso vestido, que la estrangula en una eterna agonía.

Vida ya no es vida, la S superflua de antes toma conciencia de su fuerza y dominio y se apodera de su vida. Poco a poco su piel la envuelve en una negra oscuridad. Su hora está cerca, ella se da cuenta de que ya no tiene escapatoria. Arrodillada se lamenta, se enfada y finalmente desiste ante una mano ejecutora más fuerte que su propia valía. Intenta llorar y no tiene lágrimas, intenta gritar y la voz no llega nunca, intenta forcejear pero sus manos son de papel y sus piernas ni siquiera la responden. Huye a la tierra de las cruces verdes. El recelo la apabulla, las miradas la apuñalan y las risas de aquellos la ensordecen. Duerme. Y despierta en un lugar árido, sin nada a su triste alrededor. Ya está aquí. Presión en muñecas y tobillos. Un leve pinchazo en el rasgado corazón. Un dolor inmenso e insoportable en el alma dorada. Un grupo de miles de miradas que ríen y la señalan.

Otro fracaso. Un número más en las listas de la gran casa de la tierra de las cruces verdes. Un dato que añadir a las estadísticas de los que trovan en los atriles negros y corruptos. Famosos trovadores que gritan que algún día esto acabará, pero que piensan y saben que sólo cuando ellos quieran dejar de trovar los demás podrán dejar de sufrir.

Ahora es más fácil, caras grises se lamentan por la pérdida. La ambigüedad no se puede ocultar. La falsa moral les quema y les señala como culpables. El poder y el dinero, manchado con la sangre extinta de aquellos de los que se olvidaron al pasar página, les amordaza mientras duermen y les hunde un cuchillo de remordimientos en el pecho y la nuca. Un mañana nos prometen en sus atriles, pero olvidan el hoy derruido por su codicia.

Gritar, gritar al viento que ya no creemos sus bardos inútiles. Sus promesas infundadas y sin fin. Jeringuillas andando en fila, una fila que se pierde en el horizonte. Paso firme. Corazón en mano y palabras de valor en labios y ojos. Ojos valientes que no teman mirar a las cuencas vacías de quienes vendieron su alma a la destrucción de la dignidad.


Nagore Moreno Rivas