Paseando mi mente por el rincón de la memoria que ya creía olvidada. Liberaba sensaciones vacías. Exhalaba mi más preciado y último aliento en un mundo de libertad. Ahora me ahogo. Alargo brazo hacia el cielo, pero no hallo consuelo en la eternidad de la sonrisa del otro. Grito, sin resultado. Mi voz se apaga junto a mi alma. Danzan como en un éxtasis provocado por el dolor de la pérdida. Masoquismo inducido por una agonía que no quiere desaparecer. Las lágrimas no tiene cabida, los lamentos son perseguidos, el mundo no quiere débiles que sostengan antorchas contra la opresión.
Respiro. El aliento enfría la poca vida que queda. El oxígeno no llena mis pulmones. El cansancio se apodera de todo. Felicidad, ¿dónde te hallas? ¿Por qué no me dejas sentirte? Al menos mírame a mis tristes ojos y contéstame. No me importa si me hieres, sólo quiero respuestas. Tópico entre los tópicos.
Un golpe en el suelo, un grito en la lejanía, una luz que parpadea, todo perturba mi bello silencio, pero la Felicidad no responde, ni en susurros, no quiere venir. No aparece. Se ha perdido y no quiere ser encontrada.
Los pies ya no desean seguir al resto del cuerpo. Negro. Oscuridad velada. Bello anochecer de los tiempos pasados. Vida disuelta en el agua dormida. Atardeceres que pasan derrapando junto a los sentimientos mejor escondidos.
Afonía de emociones mientras espero sentada como todo pasa. ¿Qué se siente al vivir? Suspiros llenos de nostalgia. Melancolía que tanto quieres, no pidas más de lo que mi corazón y mi alma te puedan dar.
Las lágrimas que antes me daban la mano, ahora me abofetean. Se acabó. Todo tiene que tener un fin. ¿Será un fin repentino?
Cuando no lo espere...una sorpresa abrirá sus puertas.
Nagore Moreno Rivas
