Monday, November 13, 2006

EL MIEDO SÓLO DEBERÍA CREAR VALIENTES


Una etérea luz me obliga a entrecerrar los ojos en un amargo despertar. Estiro mi brazo hacia la temible oscuridad de mi cuarto. La luz se difumina con el alba y me ayuda a vislumbrar cada forma, cada esquina, todo y nada a la vez.

De pronto un terrible pesar. Una nube de preocupaciones sobre mi dolorida cabeza. Truenos. Niebla. Se crea una tormenta entre mis adoradas cuatro paredes. Mi mundo amenazado. Mi mundo anegado.

Llega la calma, previsible como muchas. Esperada como tantas. Pero de su brazo viene la confusión. Un laberinto del que desconozco el camino. Una voz al otro lado me grita que me aleje. Dice que algo en mí corre peligro. Yo pregunto:

- ¿Mi alma? ¿Mi mente? ¿Mi cuerpo? ¿O tal vez mi voz?

Silencio obtengo como respuesta. Las lágrimas inundan mis ojos y recorren, como tantas otras veces, mi rostro ensombrecido.

El miedo me ahoga. Me oprime el pecho. Mi grado de consciencia disminuye, estoy al borde del desmayo. Entonces, como en un sueño, unas manos me sostienen por los hombros y una voz me susurra:

- No dejes que el miedo te domine. El miedo sólo debería crear valientes.

Vuelvo a la realidad entre la confusión y la excitación. Con paso decidido atravieso el laberinto. Mis piernas pesan. El miedo las intenta retener. Yo tengo más fuerza. Camino. Sin parar. El final está aquí. Busco las respuestas. Un susurro. Un rayo de luz elimina todo rasgo de fealdad o belleza. Ahí, en medio de todo, sin respuestas pero con coraje en mi corazón.



Nagore Moreno Rivas

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