MADRE TIERRA

Amanece en la tierra que a menudo pisamos con despreocupación y desprecio, lágrimas de sal que nutren a la madre naturaleza, la fortalecen ante su debilidad adquirida por culpa del maltrato sufrido. Dolor y odio por separado, placer y amor no siempre unidos. Tierra y madre, amante del cielo y celestina de sol y luna, manto de todos los seres vivos, llanto en su interior. Sus brazos alza y sus manos azotan, pidiendo ayuda como sólo la desesperación lo haría. Nuestras acciones sobre su belleza nos propinan horrores sobre nuestra integridad. Cuidado y respeto sólo a nosotros lo aplicamos, sin pensar que la tierra también guarda un corazón, más amplio y generoso que todos los nuestro juntos, pues nos permite exprimirla hasta que al fin a su larga agonía un último aliento acompañe. Y con desdén y altanería unos a otros acusemos, perdiendo la perspectiva en conjunto de que todos pusimos uno a uno nuestro granito de arena. La tierra llena de almas e incapaz de ser nunca feliz ya que no recibe el mismo amor y cariño que ella desprende con total entrega. Y mientras a gritos discutimos quién la destruyó, ella en profunda tristeza va muriendo como sólo un valiente lo haría: en silencio y continuando su labor hasta el último momento. Con total humildad y con mis más sinceras disculpas digo esto: ¡¡GRACIAS MADRE TIERRA!!

Nagore Moreno Rivas