VICIOS MENTALES II

¿Puede un texto llamarse vicios mentales? Pues sí. Y así titulé al texto que escribí ayer antes de acostarme. De repente y sin avisar las ideas empezaron a brotar de mi cabeza y se transformaron en palabras y luego en frases completas consiguiendo unas cuantas líneas que me gustaron. No me pasa muy a menudo, por eso cuando me viene, llamémosla inspiración, la aprovecho y exprimo hasta que los párpados pesan más que las líneas escritas.
Retomo el tema de mi escrito de ayer, la inmunda desigualdad a escala mundial, pero lo piensas con más clama y te encuentras con que no hace falta irse a la otra punta del mundo para ver que algo no va bien, con salir a la calle y ver a las personas que pagan una miseria a los inmigrantes sin papeles y los explotan o a los cada vez más abundantes mendigos que con su habitual letrero regentan las calles más pisadas de las ciudades. Todos los demás las pisamos como si tal cosa y no nos fijamos que para otros es un verdadero lujo el poder estar aquí, aunque sea malviviendo. Siempre será mejor que vivir aún peor en sus países. Este cliché da asco. Puede que sea la típica frase que nos repetimos unos a otros constantemente para evitar sentirnos culpables por no hacer algo. Aunque es sólo una idea, puede que absurda, lo dejo para reflexión personal.
Sigo sintiéndome fatal cuando pienso en lo relativamente fácil que me resulta denunciar tantas cosas que considero injustas desde la comodidad y calidez de mi cuarto forrado de posters de músicos. Pero hasta que piense en algo que realmente pueda solucionar aunque sea una nimiedad, entonces saldré de aquí dispuesta a ello. La cámara será testigo de ello, la llevaré conmigo.
Creo que es hora de descansar porque empiezo a desvariar un poco, bueno…sólo empiezo a divagar. Es una costumbre.
De momento investigaré a fondo lo relacionado con mi proyecto de trabajo social, el proxenetismo de menores y la pornografía y todo lo relacionado con esos temas. Es un verdadero problema. El hecho de que exista la prostitución, pase, pero que la ejerzan niños y niñas o que se exhiban sus cuerpos desnudos a la vista de mentes depravadas…me llena la mente de deseos horribles contra esas personas. He leído mucho y me resulta muy duro, sé que leerlo no es lo mismo que vivirlo o que verlo con mis propios ojos, pero es suficiente para producirme náuseas.
Todo esto me sigue dando la razón a la hora de denunciar y acusar a los gobiernos que no impiden este tipo de horrores. Ellos se sientan en sus cómodas butacas mientras cuentan sus numerosos fajos de billetes ganados con el sudor, la sangre y las lágrimas de muchos a quienes no ayudan. Se les ve sufrir en ocasiones, y puedes pensar que algo muy malo les sucede, entonces caes en la cuenta, coges el periódico y lo abres por la sección de la economía y la bolsa te dice que sus acciones han bajado un punto. Un nudo en el estómago te riñe por haberte compadecido de ellos habiendo olvidado por unos segundos a quienes sufren no sólo hoy sino todos los días. Que menos que la alfabetización para todos…¡ay!
No menos que decepcionada…me siento cansada de no saber qué demonios hacer. ¿Alguna idea? Se admiten sugerencias.
Sigo pensando……………………………

Nagore Moreno Rivas